SOLEDAD
QUE MATA
Siento
un nudo en la garganta
lleno
de espinas,
quemando
mis ansias, los sentidos
y
mi alma.
Miro
cada segundo que pasa
detrás
del cristal
de
un reloj de pared
roto
y polvoriento.
Me
duele el silencio
que
mata los aullidos de la noche,
mientras
una lluvia de ideas locas
limpia
la ventana.
Mis
manos temblorosas
por
la ausencia del abrazo,
que
entre sueños de madrugada
nos
entrelaza.
Cierro
mis ojos
busco
tu imagen grabada
en
un recuerdo o en melodía,
que
danza entre espectros
que
delinean tu silueta,
¿Y
yo? Imagino besar tu espalda.
Al
filo de la noche atormentado
observo
que en el lecho,
existe
aroma más bello
impregnado
en la almohada.
Enloquezco
entre miradas perdidas
de
puntos cardinales de una habitación vacía,
que
implora tu voz,
tus
carcajadas.
Si
en instantes escucho tu respirar agitado
mis
manos se aferran a mi cara,
para
detener la pesadilla
de
una locura de amor, que avanza.
Estás
en distancias
donde
el camino se viste de tristeza,
llora
el ave errante
triste
la sombra del pensante,
voz
callada de los gnomos ausentes.
¿Y
mis musas?
¡Muertas!
Entre
rosas negras.
En
esta soledad que mata
camino
arrastrando la pena de tu olvido
mientras
la lluvia canta.
FUEGO
Y HUMO
Hoy
por la mañana
el
sol ha besado mi espalda,
y
mis sueños envueltos en maraña
cobijan
tu imagen dañada
Esos
fuertes dolores en mi pecho
son
amor y desamor al mismo tiempo
uno
ríe, otro llora.
¡Cuando
cantan los cuervos!
Trato
delinear con frases bellas tu nombre,
en
el diario oculto que gime en su escondite
elegido
por mí al caer la noche.
Soy
el intruso de tu pasión
aroma
de tus besos autistas,
calor
en venas de torrentes
ocultos
en las mañanas ausentes.
Soy
fuego en tus danzas
y humo… ¡Cuando callas!
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